Establecer el punto de partida de algo no es sencillo. Sobre todo, si— como ocurre con la historia de la medicina veterinaria— su nacimiento se remonta millones de años atrás y su desarrollo ocurrió en distintas partes del mundo al mismo tiempo.
Hay textos antiguos en la India, China, Mesopotamia o Egipto que aluden a estos cuidados que se les daban a los animales, sobre todo a las vacas y a los bueyes y, por supuesto, a los caballos. En primera instancia, su utilidad fue lo que motivó el interés de los eruditos de entonces por mantenerlos en un buen estado de salud, y habría que aguardar para que se aplicara a especies tan queridas hoy por nosotros como los gatos y los perros.
Para hablar de los inicios de la historia de la medicina veterinaria tenemos que situarnos por lo menos en el año 10000 a.C., cuando empezó a domesticarse a los animales para aprovechar su leche y trabajar la tierra. Pero se sospecha que la práctica real comenzó mucho antes, especialmente en las sociedades con más recorrido, aunque no se tiene constancia de ello al no haber escritura.
Los nombres del griego Hipócrates o el romano Galeno no faltan cuando se retrata la historia de la medicina veterinaria. Sin embargo, los estudiosos han llamado la atención sobre otras personalidades que se dedicaban al cuidado animal mucho antes de que estos dos célebres doctores empezaran a ejercerla.
En cada civilización en la que te fijes, encontrarás un desarrollo diferente, aunque con algunos puntos en común: la disciplina empezó más ligada al misticismo y fue volviéndose más científica con el paso de los años.
Egipto: una enfermería para los dioses
En la tierra de las pirámides, las deidades tenían forma animal. El dios Sol Ra era un halcón, Anubis (muerte) era un chacal y Apis (fertilidad) tenía rasgos de buey. Es decir, que existía un respeto por el mundo de la naturaleza que no podía compararse al de otras culturas. Lo demuestran documentos como el Papiro Kahun, en el que aparecen indicaciones para diagnosticar y tratar sus enfermedades, y algunos grabados relacionados con el parto.
Si empezamos a desglosar la historia de la medicina veterinaria en esta parte del globo es porque se piensa que fue uno de los puntos donde comenzó a desarrollarse. Para que figurara en el Papiro Kahun en el 1800 a.C., tuvo que haber experimentado un proceso anterior: como mínimo, desde el año 2600 a.C.
Mesopotamia, la cuna del primer veterinario
En Irak residió durante mucho tiempo el primer veterinario que ha llegado hasta nuestros tiempos. Se trata de Urlugaledinna, cuyo sello médico puede verse en el museo del Louvre.
Este profesional trabajó aproximadamente en el 2050 a.C., aunque no fue ningún pionero. En el 3200 a.C., los sumerios ya castraban a los animales y les ponían arneses, señal de que, posiblemente, también les aplicaban otros cuidados.
Entre el Tigris y el Éufrates los caballos y los perros eran los animales más importantes. Alrededor del 2300 a.C. existían los azuaushe o azuguhia, doctores especializados en la salud de las reses. Como no podía ser de otro modo, esta antigua civilización ha dejado varios documentos sobre la disciplina. En el Código de Bilalama se dan recomendaciones para prevenir la rabia, y en el de Hammurabi ya se regulan las nóminas de los veterinarios.
China: pinchazos de bienestar
La antigüedad de la cultura china tiene su reflejo en la historia de la medicina veterinaria. Aporta, por ejemplo, la figura de los “sacerdotes de los caballos”, unos estudiosos del 3000 a.C. que recurrían a la acupuntura para ayudar a los equinos.
También se empleaban sortilegios y hierbas para restablecer la salud de los animales y, en el siglo X a.C., el emperador creó un departamento de veterinaria para cuidar a los caballos de los soldados.
Grecia y Roma: una fuerza multiplicadora
La filosofía, las matemáticas, la física… Multitud de disciplinas encontraron un caldo de cultivo perfecto en Roma y Grecia, que tampoco se olvidaron de la veterinaria. Griegos como Hipócrates arrojaron luz sobre el estilo de vida idóneo para los animales y, en Roma, un autor llamado Vegecio escribió el famoso tratado veterinario Mulomedicina (400 a.C.), cuatro volúmenes sobre los caballos, las ovejas, las cabras y los bueyes
El propio ejército tenía a sus veterinarii. Se trata de una clase de soldado que, como ocurría en la sociedad chinesa, se encargaba de velar por el bienestar de los equinos y otros animales de carga.
Cuando cayó el imperio y se estableció el cristianismo, quedó prohibida la investigación sobre esta práctica y hubo que esperar hasta la Ilustración para retomar los avances. Por ejemplo, la construcción de la primera Escuela Nacional Veterinaria de Europa, nacida en 1761 en Lyon.
La historia de la medicina veterinaria en España
La pasión que los árabes sentían por los caballos se trasladó a España dando lugar a los albéitares o veterinarios de la Edad Media. También había castradores profesionales en el ejército, conocidos como mariscal o menescal, en función de si hablamos de Aragón o de Cataluña.
En el siglo XVI, para ejercer como albéitar se necesitaba superar unos exámenes específicos ante el Tribunal del Protoalbeiterato. Sus licenciados convivieron durante un tiempo con los que se titulaban en la Escuela de Veterinaria que Segismundo Malats creó en 1792 influido por la iniciativa francesa.