Los coronavirus (CoV) (subfamilia Orthocoronavirinae , familia Coronaviridae , orden Nidovirales) son virus de ARN de sentido positivo, monocatenarios y con envoltura, compuestos por cuatro proteínas estructurales principales: espiga (S), envoltura pequeña (E), membrana (M), y nucleocápside (N). La glicoproteína S es un determinante antigénico importante y también es responsable de la unión al receptor de la célula huésped y la entrada viral. Actualmente, los CoV se clasifican en cuatro géneros diferentes, incluidos Alphacoronavirus, Betacoronavirus, Gammacoronavirus y Deltacoronavirus.
Se conocen tres CoV en perros, es decir, dos Alfacoronavirus del subgénero Tegacovirus, a saber, el coronavirus canino tipo I (CeCoV-I) y el coronavirus canino tipo II (CeCoV-II), y un Betacoronavirus del subgénero Embecovirus, a saber, el coronavirus respiratorio canino (CRCoV). Los CeCoV (especie Alphacoronavirus-1) son comúnmente responsables de enteritis leve y autolimitada en cachorros. Aunque son virus olvidados y no se recomienda la vacunación, diversos estudios independientes han demostrado su importante implicación en la aparición de enteritis aguda canina.
CeCoV se reconoció por primera vez en un brote de gastroenteritis entre perros en 1971. Desde entonces, se han informado varios brotes de CeCoV en todo el mundo, lo que demuestra que CeCoV es un enteropatógeno importante del perro. Las investigaciones serológicas y virológicas han demostrado que los perros de todas las edades y razas son susceptibles a la infección y que el virus se propaga ampliamente entre la población canina, principalmente en perreras y refugios para animales.
GENERALMENTE PRODUCEN UN CUADRO LEVE DE DIARREA
El análisis genético y filogenético realizado en múltiples regiones de varios CeCoV reveló que el CeCoV-I y el coronavirus felino tipo I (FCoV-I) se originaron a partir de un ancestro común, mientras que el CeCoV-II surgió de múltiples eventos de recombinación con una fuente genética no identificada.
Si bien los CeCoV suelen estar implicados en formas leves de diarrea, existen algunas cepas de CeCoV-IIa hipervirulentas, denominadas CeCoV pantrópico, que se asocian con gastroenteritis grave, hemorrágica y a veces mortal.
Los eventos de recombinación o mutación genética pueden resultar en la capacidad de propagarse entre especies, como se observó en algunos Betacoronavirus, como el coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV) en 2003, el coronavirus respiratorio del Medio Oriente (MERS-CoV) en 2014 y el coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2), que puede haberse originado en murciélagos de herradura.
Los carnívoros domésticos, es decir, los perros y los gatos, se consideran las mascotas más populares en todo el mundo. Comparten su hábitat con los humanos, aumentando el riesgo potencial de transmisión de patógenos zoonóticos. Además, algunos virus que infectan a estas especies animales están genéticamente estrechamente relacionados con los virus humanos, como el astrovirus felino (FeAstV), cepa 1637F, y el virus del papiloma Felis domesticus tipo 1 (FdPV-1). El SARS-COV-2 se ha extendido por todo el mundo provocando una alta prevalencia. Aunque no se ha informado que los perros sean una fuente de infección, los estudios han demostrado que los perros pueden infectarse con este virus.
Asimismo, más recientemente, se aisló un nuevo alfacoronavirus recombinante canino-felino, CCoV-HuPn-2018, de pacientes infantiles con neumonía. La capacidad de los CeCoV para evolucionar plantea varias preguntas sobre la biología de estos virus, centrando importantes resultados epidemiológicos en el campo, tanto en lo que respecta a la evolución del virus como a la profilaxis.
La vigilancia viral en animales salvajes y domésticos, como perros y gatos que están en estrecho contacto con humanos, mediante el uso combinado de métodos convencionales y moleculares bien descritos, podría ser una herramienta crucial para monitorear y caracterizar rápidamente enfermedades zoonóticas emergentes y reemergentes de virus, proporcionando una base de referencia de la diversidad y circulación de los patógenos, útil para hacer frente a futuras emergencias infecciosas.
Una revisión realizada por científicos italianos ha pretendido determinar la distribución global de diferentes tipos de CeCoV, así como su aparición con respecto a la demografía (sexo, raza, propiedad) y los signos clínicos (diarrea).
LOS DATOS INDICAN QUE ES UNA ENFERMEDAD “EXCEPCIONALMENTE PREVALENTE”
Los criterios de inclusión fueron estudios publicados en inglés y en los que CeCoV fue identificado y confirmado con investigaciones moleculares.
La prevalencia global de CeCoV fue notablemente variable, con una prevalencia general del 21,2 % y un amplio intervalo de predicción que oscila entre el 17,4 % y el 25,6 %, lo que indica que la prevalencia de CeCoV varía significativamente entre regiones y poblaciones de perros. No obstante, estos datos indican que CeCoV es una “enfermedad excepcionalmente prevalente”.
El metanálisis demostró también que los perros infectados tenían el doble de probabilidades de ser asintomáticos, lo que “sugiere que muchos casos de infección por CeCoV pueden pasar desapercibidos”. Esto tiene implicaciones para la gestión y el control de la enfermedad, ya que los casos no diagnosticados pueden “provocar la persistencia y circulación del virus, lo que dificulta su control y prevención de la propagación”. Por lo tanto, indican que es crucial “considerar estos factores al investigar e interpretar las diferencias regionales en las tasas de infección canina”.
El estudio también sugiere que los métodos de diagnóstico tradicionales, como las pruebas en clínicas veterinarias, “pueden no ser suficientes para evaluar con precisión la prevalencia de la enfermedad”. En consecuencia, “es esencial emplear protocolos y herramientas de diagnóstico confiables para detectar con precisión a los portadores asintomáticos”.
NECESIDAD DE SEGUIMIENTO CONTINUO
Sin embargo, es necesaria más investigación para determinar los moderadores que impactan significativamente la prevalencia y distribución de distintos subtipos y genotipos de CeCoV. Así, añaden que “es imperativo realizar ensayos clínicos aleatorios para adquirir una comprensión más precisa de las variables que influyen en la prevalencia de CeCoV”.
Al realizar una vigilancia continua, se pueden tener en cuenta las variaciones regionales en la prevalencia de CeCoV en caninos, “mejorando así nuestra comprensión de la enfermedad y, en última instancia, impidiendo su transmisión”.
En resumen, “esta investigación destaca la necesidad de un seguimiento continuo de los CeCoV teniendo en cuenta las diferencias regionales a la hora de evaluar su prevalencia”. Estos hallazgos tienen implicaciones para mejorar la salud de los perros y guiar las estrategias preventivas y de control del CeCoV.